Prevención de legionella Madrid
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Prevención de legionella
Legionella y nuestros tratamientos para combatirla
La Legionella es una bacteria cuyo hábitat natural son los espacios acuáticos naturales. Esto incluye ríos, embalses, lagos y lagunas, entre otros. Desde esos mismos espacios pueden penetrar en los sistemas de abastecimiento de agua de pueblos y ciudades.
Decimos, en esos casos, que la legionella ha colonizado nuestras redes de agua. Un verdadero problema si tenemos en cuenta que estos microorganismos son los responsables de la infección por legionelosis en los seres humanos. La infección, a su vez, puede dar lugar a dos enfermedades distintas: la enfermedad del legionario y la fiebre de Pontiac. Su peligrosidad es tal que, en nuestro país, la legionela es una enfermedad de declaración obligatoria desde 1997. El esfuerzo por controlarla y prevenirla se ha materializado en protocolos de actuación y apartados legislativos como el Libro de Recomendaciones para la Prevención de la Legionelosis del Ministerio de Sanidad o las Normas UNE.
No obstante, cuando el control de Legionella falla, debemos actuar. Nuestro tratamiento de legionella comienza con un análisis pormenorizado de las instalaciones para medir los riesgos. Nos basamos, en este caso, en las pautas que dispone el RD 865/2003. Seguidamente desarrollamos un programa específico de autocontrol para la prevención de futuros episodios. Y, ahora sí, ejecutamos las estrategias de desinfección homologadas. De forma complementaria y como medida preventiva, formamos al personal para realizar correctamente el mantenimiento.
Prevención de legionella en Madrid
Instalaciones con más riesgos de legionella
Ya sabemos qué es legionella. ¿Pero qué instalaciones tienen mayor riesgo de sufrir su colonización? De manera más general, la legionella se desarrolla y multiplica mejor en medios hídricos con temperaturas entre 20º y 45º. También en aquellos entornos donde existe un estancamiento del agua. Los alimentos que necesitan quedan acumulados de esta manera, garantizando una mayor supervivencia. Los riesgos para los seres humanos aumentan cuando, además, hay presentes elementos aerosoles como duchas. La legionella penetra en nosotros a través del sistema respiratorio.
Más concretamente, existen diferentes instalaciones donde estamos obligados a extremar las precauciones para la prevención de legionella. Hablamos, por ejemplo, de las instalaciones de agua caliente sanitarias. Estas instalaciones funcionan no solo como reserva para las bacterias, sino también como distribuidores, ya que se desplazan mediante la red de tuberías hasta las duchas. Y de ahí a nuestros pulmones. También los depósitos comunitarios que funcionan como almacén y distribuidor de agua caliente para las viviendas.
Pero no son las únicas. Los sistemas de agua climatizada con salidas de chorro a gran velocidad o de inyección de aire son también bastante peligrosos. Esto incluye jacuzzis, bañeras de hidromasaje o las piscinas de chorro a presión. Y también las torres de refrigeración y las centrales humidificadoras industriales. En todos estos casos las medidas de prevención de legionella deben ser mayores.
Legionela y sus síntomas
Las personas que son infectadas por la bacteria Legionella pueden desarrollar, como decíamos antes, dos diferentes enfermedades. Por un lado, la enfermedad del legionario. En este caso los síntomas de legionella son muy parecidos al resto de neumonía provocadas por infecciones pulmonares. Van desde la tos hasta la fiebre, pasando por el dolor de cabeza, los dolores musculares e incluso problemas respiratorios. La infección que provoca esta enfermedad viene dada por respirar legionella del aire acondicionado o del vapor de agua de duchas y otros elementos de chorro.
Por otro lado, encontramos la fiebre de Pontiac. En este caso, los síntomas de legionella aparecen entre unas pocas horas y tres días después de la infección. Hablamos de fiebre y dolores musculares principalmente. Los problemas de carácter respiratorio, al no tratarse de una neumonía como en la enfermedad del legionario, no aparecen. Después de todo, la fiebre de Pontiac es una infección más leve que dura aproximadamente una semana.